Hay días, o noches, según como se vea, que uno se siente satisfecho con sus hazañas. Digo hazañas, porque me veo como un aventurero que recorre caminos solitarios, disfrutando experiencias por doquier, que me hacen sentir insensato e inocente, evitando la imprudencia de creerme que reboso de sabiduría. Ya que en realidad, lo considero como una ilusión que encubre la desgraciada verdad de la ingeniudad, consecuencia del fervor momentaneo, por alguna causa nimia.

Me gusta que me subestimen, es verdad. Así es más fácil pillar desprevenido el intelecto de áquel descarado de turno, o incluso soberbio. Cosa que cambia cuando tratas con gente que ya te conoce. Estas saben tus "virtudes" y defectos, por lo que el trato es diferente evidentemente. Yo puedo decir que soy una persona bastante exigente con mi forma de ser. Odio equivocarme, y el problema es que me equivoco mucho. Y ay!, como cuesta rectificar, admitir tus propios errores. Aveces el momento expone la ocasión perfecta, pero cuando no es así, cuando no se haya el momento, teniendo que provicarlo tú mismo, todo se comprime en pronunciar correctamente, decir las palabras más apropiadas y transmitir un sentimiento de disculpa que no siempre es el esperado. Pero lo peor es que se crucen en tu mente, pensamientos inoportunos, confusos, que piensas pero que no sientes con claridad, y que haga que derive la conservación por caminos erroneos. Yo se que es difícil rectificar cuando uno sabe que ha metido la pata, pero mi conclusión es que si realmente se es consciente del error y voluntariamente uno renuncia a su ego, el perdón debe de ser irrefutable.

Al final del día, amenudo, me gusta mirar por encima de mi y observar mis huellas al ritmo de la música. No presto atención a cada una de ellas, sino solo aquellas que enfatiza mi persona. Manía mía, que hace que muchas veces volteé excesivamente un comentario, o discusión. Reflexiono sobre lo que dije o me dijeron, si podía haberme expresado mejor o conseguir que se me entendiera perfectamente. Si he molestado a alguien, si tengo que corregir comentarios o como mejorar relaciones. Solo lo medito, un rato, hasta que me aburro. Probablemente al día siguiente, bueno casi seguro, mis acciones no se basen en mis paranoias, pero como el método prueba-error, llegará un día que dé con la clave, la solución de la ecuación, alinee los 6 colores del rubik. Es así como me desenvuelvo en mi ambiente, con mi entorno. Me descubro a mi mismo, y a los demás por supuesto. Creo que no es muy diferente a lo que puede hacer cualquier otra persona, pero nadie me ha comentado nunca algo parecido, por lo que no lo puedo saber.

Días vacios, dias plenos, días que acaban enfrentados a otros que deberían de durar una eternidad. Uno tras otro, tras otro, tras otro. Pero siempre intentando que cada uno sea mejor que el anterior. Las montañas rusas son irremediables, como el crecer o como el cumplir años. Pero tanto subiendo cuestas o bajando pendientes, el truco consiste en disfrutarlas por separado y en su momento oportuno. Yo digo que el paso de los años, a medida que uno incrementa la cifra de la edad, es como una carrera de velocidad en atletismo; los primeros 10 metros son los que más se tarda en completar, pero tal como se rebasa cada linea de 10 metros, el tiempo de transcurso es menor, o por lo menos la sensacion de velocidad es cada vez mayor. Hasta que de repente en la meta de 100 metros, el conómetro se detiene para siempre en un aliento. El tiempo es el que mandará, y lo demás no importará si éste no destaca frente a los demás, o por lo menos frente a ti.

La velocidad que ha alcanzado el ritmo con el que vivo, es vertiginosa. Lo dias los mido como horas, y las horas como minutos. Los años vuelan en un visto y no visto. Son 24 los que voy a cumplir en breve, como los minutos que tiene una hora. Uau!!, y tantos objetivos propuestos...

¿Cual podría ser mi nuevo reto? ...menos días vacíos. no?