Un domingo de resaca. Eso es lo que es hoy. Un día para descansar, un día para hablar, para reposar la pasta del mediodía y paceder entre risas el mareillo postbotellón del día anterior. Sin camiseta y con pantalones cortos escribo en mi portatil desde el salón de mi casa. Hay poco movimiento hoy en el pueblo, supongo que disfrutarán de los mismos placeres que yo, o no (están estudiando). Escucho el fútbol, a los comentaristas dialogar y los aficionados e hinchas cantar y animar. Poco me interesa, pero está bien como ruido de fondo. Comparto el espacio con Paco, también está con su portatil. No hablamos, solo divagamos por la web. Acaban de anunciar que empieza el Madrid. Es interesante porque se juega la liga y bueno, eso siempre agita un poco. He tomado el sol y leido un rato. He comido tarde y practicamente me he dejado hipnotizar por lo que ponían en la MTV junto con mis compañeros de piso. Acaba de llegar Dragone. Se ha tumbado. Rafa nose donde está, pero no le interesa el partido. Gonzalo está en el Escorial. Poco a poco se acaba el domingo, ya son las 7. No he aprovechado el día mucho, pero los domingos son para dejarte llevar sin pensar. Acabo de emitir mis primeras palabras desde hace un rato. Ya no estoy tan concentrado en plasmarme. Además, no venía aquí a escribir sobre lo que estaba pasando, sino de como orientarme en la vida. Algo innato. Lo intentaré más tarde. Esto se pone emocionante...