Hay que mirar por donde andamos, con paso firme y seguro. Hay que estar atentos a las adversidades y preparados para afrontarlas. No hay que rendirse, ni por supuesto ante la primera caída, ni ante ninguna. Esta lucha se ha iniciado, y ... como cualquier guerra, habrá que combatirla hasta la muerte, siendo conscientes que contra todos no podrán. Porque ya no se trata de algo personal, si no global, generacional. Quiero ser participe de esta revolución. Quiero aupar y animar a recuperar lo que nos pertenece y a desmantelar sin tapujo el tinglado de los ladrones desalmados que nos desposeyeron de nuestra verdadera libertad. Quiero que dejen de intentar comerme la cabeza con política paradójica y ambiciosa para unos pocos interesados. Quiero que dejen de, simplemente, dividir al país más de lo que estaba. Y siempre ha sido igual, un querer y no poder, pero ahora puedo, ahora siento que podemos. Porque no estoy sólo, porque por fin siento que me parezco al pueblo que pertenezco.
Imagínate el panorama de izquierda a derecha: Yo, un paso de cebra, acera cuadriculada y al final, un antro de garito. Ahí quería llegar yo y allí estaba, siendo víctima de un chaparrón que empezaba a escampar y entre los faros multicolores de un tráfico infranqueable. Me identificaba, de modo delirante, con uno de esos personajes interpretados por Steve McQueen, con su destino frente por frente y esa mirada desafiante, exprimiendo la última calada del cigarrillo y lanzándolo de un pampli hacia el infinito. Yo, como no fumo, me limité a frotarme la barba a contrapelo con tintes de ego interesante. Igualito.
Cruzo por el paso de cebra, evitando caerme por las rendijas a la nada, atravieso la acera y abro la puerta de entrada y a priori no salida, con la mala suerte de ser traicionado por un maldito escalón que me hace tropezar contra una chica inocente y su complemento de copa que nos separaba. Mi puesta en escena fue lo más parecida al típico momento en el que presentan al payaso tristón de circo, pero sin ese maquillaje que enfatizara mi cara ya de – que forma de superarte-, y además con el valor añadido de tener el hombro de la sudadera empapada de a saber que cojones. Pido perdón y ella entre el regodeo de sus amigos intenta ser compasiva diciéndome que no pasa nada, cosa que me repugna y me hace sentir más sucio todavía, así que me excuso para desmarcarme al otro extremo de la barra y poder así finiquitar mi misión, mi decisión. Pido al camarero lo establecido en mi plan, dos cervezas bien frías, dándome cuenta con disimulo que una de las amigas de la damnificada, me clava una mirada cuanto menos desconcertante. Me da igual, yo me centro en las dos jarras que ya están encarándome. -Morir con decisión o vivir indeciso. Morir decisivo-. Empuño la media luna cristalina y dejo pasar deliberadamente una tremenda ola amarilla en tres tandas. En ese lapsus de tiempo, la desconocida de la “esquina” desprende un ruido que derivó en lo que deduje que era una horripilante carcajada. Me seguía observando, pero más igual me daba a mi. Tumbo llena de derrota y vacía de alcohol, la jarra que, sorprendentemente no había matado. Impresionado, medito el problema, materializado en forma de medio dedo de cerveza y transcrito en un sentimiento un tanto familiar: confianza. No era sed de venganza lo que padecía ya, era sed de gula, sed de pasividad. Había estado decidido a emprender una decisión inadaptada a las nuevas circunstancias, siendo hasta el momento inconsciente que las decisiones son dinámicas en base a los quiebros de los acontecimientos. Si no me quedara esperanza, un anhelo porque las cosas cambien a mi favor, ese compresible culito de color dorado se hubiera hecho hueco sin tutía entre pecho y espalda. Esa jarra, tatuada con el nombre de “indecisión” que ahora resbalaba cuerpo abajo, no era motivo práctico ni lógico para devolver un golpe del pasado. Ya no. Ahora era hora de aprovechar el potencial de las oportunidades presentadas. Miro a mi izquierda, y la piba me vacila con la mirada, apartándola de la línea recta de interacción. - Me está tomando el pelo- pienso - y se sigue mofando de mí, ¿si?, pues ahora no me da igual-. Pago por lo servido, me levanto con intenciones presuntuosas y noto claramente que la cebada había calado hasta el final, a punto de desempañar uno de sus efectos secundarios, lo podía predecir. Me planto a su vera, y le digo sin titubeos – Toma, te invito a una caña, creo que ESTA en particular te hace más falta a ti que a mi -, y me dispongo seguidamente a salir del tugurio. Justo entonces, un espontáneo de su círculo advierte de un escalón homicida que se hace pasar por cupido. Sonrío de espaldas (admito que la broma era buena y estaba bien ejecutada), levantando con suma exageración las rodillas hasta la altura de la cintura, primero una y después la otra, eludiendo la posibilidad de quedar en ridículo una vez más, pero sobretodo aprovechando para desprenderme de un “aroma” de la casa que les proyecto en forma de gas que enriquecía a modo de pastilla de avecrem aquel suburbio caldoso que los amparaba. En el tiempo de salir a la calle, esperaba haber podrido, intoxicado como mínimo la zona preferente para que, por amor de Dios, se potaran mutuamente.
Una vez fuera, siento el frío invernal que me hace sentir vivaz y nuevo del paquete. De manera progresiva, palpo mentalmente que el chaparrón de deberes pendientes, de la mano de ese tráfico de dudas e inseguridad permanente, vuelve a apoderarse de mi “desahogado” comportamiento, para acabar empujando mi consciencia hacia un nuevo destino, una nueva decisión. Ahora imagínate el nuevo panorama, de derecha a izquierda: Yo, la calle, mi casa, el ordenador, tu, yo y en medio de nosotros un mensaje que dice: -Las oportunidades no son infinitas, esta es la última.- Y ahí es donde que llegar yo.
Sin comerlo ni berberlo, se me ha presentado una semanita bien intensa. Y todo por un maletín, él es que tiene la culpa de todo a decir verdad. Todo comenzó el mismo día de fin de año por la noche. Después de celebrar la entrada del nuevo año, Troya, Sergio, Alberto, Francis, Aitor y yo nos entregamos mutuamente nuestros regalos del amigo invisible, en el cual tuve la suerte de que me tocara Aitower. Solo dos días mas tardes, la primera lluvia de ideas precipitó en mi susodicho amigo invisible; Un maletín misterioso era robado de una óptica.
A partir de entonces, el chaparrón fue inevitable. Tengo que admitir que mi cabeza casi explota del estrés sufrido hasta ahora de la emoción al sentir como imaginabamos, creábamos planos impresionantes. También es verdad que pensándolo en frío, desganada y pasivamente, solo es un corto, una grabación de unas secuencias que ni mucho menos van a transcender en la historia de nuestras vidas (aunque si las harán para mi gusto más interesantes). La experiencia de haber grabado este corto, me ha enseñado mucho sobre este mundillo. Si tuviera que destacar algo después de lo vivido, puede que fuera que ha sido fascinante y muy agradecido, al mismo tiempo que complejo y agotador. Muy agotador, más de lo que yo creía. Aun así, repito, ha merecido la pena.
Todavía no hemos terminado de rodar, mañana supuestamente acabamos. Ahora se me viene a la cabeza lo gracioso que ha sido la evolución de la idea inicial. Al principio, solo queríamos hacer un corto sencillo, pero poco a poco, la bola ha ido creciendo y nos hemos ido metiendo en un callejón sin salida y al final, he acabado por hacer una lista de escenas pendientes, que es lo que mañana vamos ha ejecutar.
En cuanto a la edición, en principio he quedado con Aitor en que bajaré al Puerto para hacer con él. Tengo mogollón de cintas en mi cerebro que no paran de reproducirse sin cesar, de alguna manera tengo que plasmarlas. Pero bueno, eso queda en el aire... a ver que pasa cabesa.
Este corto, lo valoro más por la conclusión que me ha llevado a pensar, que por corto en si mismo, que de por si me ha encantado. No es ya la idea que ofrece, sino el origen de la idea. Es decir, aquellos privilegiados que acaben viendo en algún futuro esas maravillosas películas, antiguas como el molino, enfatizadas con esa banda sonora envolvente y emotiva como la que suena, desde fuera de nuestro planeta, será porque el cine a muerto, y con él, todo lo bello que implica el verdadero arte y la capacidad de ilustrar.
Como capricho, como experiencia, pues solo decir que es un auténtico lujazo digno de presenciar.
MODERN TIMES from BC2010 on Vimeo.
Esto si que es raro. Salgo de un bar y me dice un hombre, de presencia comprometida, apoyado contra unas de las paredes del teatro de La Latina, mientras yo sigo en dirección al metro; -¡Ehh! tú eres el director de La Sexta... ¿a que si? A lo que yo le contesté sin previa digestión; -Si claro, ojalá.
No se a cuantas personas, con un longboard como el que yo llevaba, pelos de loco por el viento de los huevos y una maleta a las espaldas de 40 litros, habrá confundido con Emilio Aragón. Lo que si que se, es que si yo realmente fuera Emilio, no hubiera estado preguntándole a Guillermo, con el que acaba de salir de bar de hablar sobre la evolución de mi cortometraje, como conseguir subvenciones para el equipo. Me sobraría la pasta para hacer mil cortos por minuto.
Igualmente, me alagó. Ahora, ¿porque?, tampoco lo se.
Hippolyte Taine
La vida, nuestras vidas, son como mensajes embotellados que flotan en el mar con la misión primordial de transmitir una información específica. El nacimiento tiene lugar en el momento que el autor transcribe el comunicado a papel, plasmando una noticia que cambiará el rumbo de la historia, en mayor o menor medida, de la persona que lo lea. Ese mensaje, ondeará los mares y los océanos, sin dirección predefinida y ausente del conocimiento sobre quien será el afortunado que le de un propósito a su misión, una utilidad. Si dicha botella se rompiera o perdiera en lo más profundo del abismo, su creación no habría servido de nada, al no haber podido desempeñar su encargo. Incluso cabe la posibilidad de que alcance la meta siendo inconsciente de la magnitud del triunfo, pero en manos del receptor, su existencia finalmente cobrará sentido y consecutivamente desaparecerá en el olvido como un trozo de papel más, eso si, al menos satisfecho de cumplir su encomienda.
Nuestra vida, mitad ficticia, mitad real, es un viaje marítimo con altibajos y adversidades, en el que nos mantenemos siempre a flote hasta el momento que culminemos nuestra misión, solo para poder después perecer gozosos y en paz tras los actos emprendidos. La amplitud de nuestro universo es equiparable al espacio que tiene el mensaje dentro de la botella; mas que el suficiente para existir. La morbosidad de conocer el todo que nos acoge para concluir nuestro mandato, es insignificante comparado con nuestra labor. Lo importante es disfrutar del aparente naufragio con sus enormes experiencias y ser feliz cumpliendo con nuestras obligaciones, sean cuales sean los motivos que nos avocaron al precipicio de esa aventura. Solo así, seguro de nosotros mismos, la lógica de ser quienes somos y estar aquí y ahora, será comprensible tanto como que una persona se abra en confianza a otra. Y finalmente, el paso del tiempo y de las generaciones darán fruto al trabajo ejercido durante la búsqueda de cada peldaño, hasta que el último corone la pirámide existencial que juntos habremos construido toda la humanidad.
Espero que después de exámenes pueda acabar un relato, un corto. Tengo que poder, no está lejos.
El otro día expuse un corto pues económico y aparentemente sencillo, por lo menos a en cuanto su construcción respecta. Es decir, sin necesidad de grandes inversiones monetarias. En contraposición, hoy presento otro, procedente de la fuente del cine; EEUU. Aunque la diferencia es abismal, mi intención no es ni mucho menos enfrentarlos, ya Tell-Tale está a tres años luz del otro por evidentes motivos, sin comparar lo que abarca uno y lo que abarca el otro.
Algo que me ha llamado la atención ha sido la profesión por la que se conoce al director; la fotografía. Ya es el segundo que conozco, después de Tom Ford ("Un hombre Soltero", 2009) que se inmiscuye en el mundo de la dirección y el cine. En definitiva, no se si será por lo del director, o por lo bien que está rodada, o por ambas cosas, que el metraje me ha parecido espectacular.
"Tell-Tale" full movie in full HD from Greg Williams on Vimeo.
Se que no me puedo quejar mucho, pero si que me quejo. Joder, llevo tiempo queriendo hacer un corto en condiciones, pero nunca lo consigo. Y estoy arto de repertirme mas que el gazpacho y quejarme más los de Gran Hermano. También es verdad, que primero, nose se como hay que andar el camino y se me preentan muchas dificultades, que eso se resumen para mi en mas tiempo de dedicación. Segundo, dependo de más gente para tirar el carro, y la pura realidad es que todavía no he encontrado un compañero que tenga las mismas ganas que yo para poder llevar a cabo cualquier proyecto.
Por ahora, pongo mi esperanza en un siguiente intento y compañero para este verano. Espero no tener que estar muy preocupado con los examenes de septiembre, para poder dedicarle el tiempo que me plazca a esto que me chifla. Además, serán por ideas... Tengo ya como 3 o 4 cortos pensados que se que pueden funcionar. También soy consciente que me escasea el material de rodaje y demás, pero esto vez creo que con la camara que me voy a agenciar, la canon 550d, voy a poder conseguirlo.
A continuación dejo unos videos de la misma productora que demuestran que tampoco tiene que ser tan dificil. Solamente es necesario un buen cóctel de ganas, tiempo y mucha creatividad e ingenio.